TITRE COURANT, PAGES PAIRES :              Judith Torney-Purta

TITRE COURANT, PAGES IMPAIRES :          Conocimientos cívicos, creencias y compromiso

TITRE COURANT, BAS DE PAGES :          Perspectivas, vol. XXXI, n° 3, septiembre 2001

 

Versión original: inglés

 

Judith Torney-Purta (Estados Unidos de América)

Profesora de Desarrollo Humano y profesora adjunta de Asuntos Públicos en la Universidad de Maryland, College Park. Desde 1994, es Presidenta del Comité Directivo Internacional del Estudio sobre la Educación Cívica, llevado a cabo por la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento de la Educación (IEA). Coautora del volumen sobre la primera fase del estudio Civic education across countries : twenty-four national case studies from the IEA civic education project [La educación cívica a través de los países: veinticuatro estudios de casos nacionales del proyecto de educación cívica de la IEA], publicado en 1999, y autora principal del volumen del año 2001 correspondiente a la segunda fase, Citizenship and education in twenty-eight countries: civic knowledge and engagement at age fourteen [Ciudadanía y educación en vientiocho países: conocimientos y compromiso cívico a los 14 años]. En tanto que psicopedagoga, se ha interesado particularmente en la investigación empírica y la evaluación del desarrollo de las actitudes políticas de los niños y jóvenes. Correo electrónico: jt22@umail.umd.edu.

 

APPRENDER A VIVIR JUNTOS

Conocimientos CIvicos,

creencias sobre

las instituciones democrAticas

y compromiso EN los JOVENes de 14 aÑos

Judith Torney-Purta

 

¿Cuáles son los rasgos comunes entre las diferentes opiniones que tienen los jóvenes de sus sociedades, de sus responsabilidades y de sus derechos cívicos en los países democráticos? ¿Cómo piensan asumir un día su responsabilidad de mantener las estructuras políticas democráticas y la sociedad civil? ¿Qué papel desempeñan las escuelas en estos procesos? Un estudio empírico masivo realizado con 90.000 jóvenes de 28 países ofrece algunas respuestas a estas preguntas que han adquirido nueva urgencia en los últimos diez años.

        A mediados de los años noventa, la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento de la Educación (IEA), una asociación independiente de organismos e institutos de investigación presente en más de 50 países, comenzó a planificar el Estudio sobre la Educación Cívica. Se trata de uno de los 20 estudios internacionales a gran escala sobre el rendimiento de la educación llevados a cabo por la asociación. Las áreas relacionadas con la educación cívica fueron objetos privilegiados de investigación a fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, y numerosas organizaciones internacionales, así como unidades de investigación con base nacional, realizaron estudios relacionados con la educación cívica y elaboraron nuevos currículos y nuevos programas de formación de docentes. Muchas de estas investigaciones fueron realizadas por quienes se interesaban en la socialización política. La IEA, por su parte, llevó a cabo también un pequeño estudio sobre la educación cívica en 1971 (Torney, Oppenheim y Farnen, 1975). La clara conciencia de que los cambios políticos y sociales de fines de los años ochenta y comienzos de los noventa planteaban nuevos desafíos a la educación cívica llevó a la IEA a realizar un estudio sobre esta problemática en 1999 basado en los datos de sus países miembros.

        El Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica se llevó a cabo en dos fases relacionadas, en gran medida porque cuando se comenzó el trabajo no se disponía de un marco ampliamente aceptado que pudiera guiar la elaboración de pruebas y encuestas en las viejas y las nuevas democracias. La primera fase estaba constituida por estudios de casos cualitativos nacionales basados en una serie de preguntas estructuradas según determinados parámetros. Para ello, se interrogó a expertos de los países participantes sobre lo que podía esperarse que conociera, comprendiera y creyera una mayoría de los estudiantes de 14 años sobre temas tales como las leyes, las instituciones legislativas o la índole de los problemas existentes en la comunidad. Se examinaron las líneas generales de los currículos y se pidieron las opiniones de docentes y otros expertos. Este proceso sirvió para identificar un núcleo de expectativas comunes a los estudiantes de los diversos países, así como las diferencias en las estructuras y los procesos curriculares concebidos, para garantizar que los jóvenes tuvieran la posibilidad de satisfacer las exigencias del estudio. En muchos países los objetivos de la educación cívica estaban insertos en cursos de historia o ciencias sociales o dispersos a lo largo de todo el currículo.

        Se elaboró un modelo que mostraba la naturaleza dispersa de la educación cívica individual de los estudiantes en los macro y microprocesos que abarcan la sociedad, la familia, el grupo de pares, la comunidad y la escuela. Los investigadores utilizaron marcos tales como “la cognición en contexto” para comprender las maneras en que la experiencia cotidiana, tanto dentro como fuera de la escuela, influye en las creencias y comportamientos de los estudiantes (Lave y Wenger, 1991; Wenger, 1998). Los resultados de esta fase fueron publicados por la IEA en un volumen titulado Civic education across countries: twenty-four national case studies from the IEA civic education project (Torney-Purta, Schwille y Amadeo, 1999).

        La segunda fase del Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica, que constituye la base de este artículo, comenzó con un extenso proceso de elaboración de un marco de contenidos en torno a tres campos temáticos identificados en las propuestas de los países durante la primera fase: i) democracia, instituciones democráticas y ciudadanía; ii) identidad nacional y relaciones internacionales; y iii) cohesión social y diversidad. Este marco constituía la base de la elaboración la prueba y la encuesta. Los Coordinadores de la Investigación Nacional de la IEA en cada país y un Comité Directivo Internacional integrado por diez miembros contribuyeron a la elaboración del instrumento destinado al estudiante, así como a la aplicación de la prueba piloto y la selección de las preguntas. Esto se tradujo en una prueba de opciones múltiples sobre los conocimientos cívicos y la capacidad de interpretar la información relacionada (38 puntos, cada uno con una respuesta correcta); una encuesta de conceptos, actitudes y comportamientos (136 puntos, sin respuestas correctas); y preguntas contextuales sobre el alfabetismo del hogar, las expectativas de estudios ulteriores cifradas en años, su eventual condición de miembros de organizaciones o asociaciones, así como el sexo, la edad y otras características demográficas. Se elaboró además un cuestionario destinado a la escuela y otro a los docentes.

        El centro de coordinación internacional estaba en la Universidad Humboldt de Berlín, bajo la dirección de Rainer Lehmann. Se siguieron los procedimientos de control de calidad de la IEA para el muestreo, la verificación de traducción, la aplicación de las pruebas y la evaluación de las respuestas (TRI). Durante 1999, unos noventa mil estudiantes del grado que incluía la mayor parte de los jóvenes de 14 años de edad fueron sometidos a prueba en los siguientes países: Alemania, Australia, Bélgica (la comunidad de habla francesa), Bulgaria, Chile, Colombia, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, Estados Unidos, Estonia, Federación Rusa, Finlandia, Grecia, Hong Kong (China), Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Noruega, Polonia, Portugal, Inglaterra, República Checa, Rumania y Suiza.

        Al principio hubo un cierto escepticismo en cuanto a la posibilidad de elaborar pruebas para el área de la educación cívica. Gran parte de la investigación nacional sobre la educación cívica estudiaba minuciosamente la estructura gubernamental del país de que se trataba, pero esos aspectos eran inadecuados para un uso internacional. El Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica dedicó recursos al proceso de elaboración de las pruebas internacionales durante un período de cuatro años. Gracias a un consenso internacional a propósito del marco, y mediante la preparación de 140 proyectos, sin olvidar la revisión y el ensayo piloto de estos cuestionarios y la obtención del visto bueno de los coordinadores nacionales de la investigación, se logró elaborar un instrumento significativo, válido y fiable. La “fiabilidad alfa” para la prueba de conocimientos y capacidades de los 38 ítems resultantes era superior a 80 en cada país participante. Con objeto de satisfacer las normas de la IEA, tanto para la prueba como para la encuesta, se estableció un baremo de evaluación basado en los métodos TRI .

        Esta concepción de los instrumentos de medida internacionales dio a los participantes y a los responsables del estudio una idea clara de lo esencial con respecto a la comprensión y las creencias fundamentales acerca de la democracia en esos países. Por otra parte, este proceso llevó también a un consenso internacional sobre una serie de resultados obtenidos por una educación cívica eficaz, no limitada a los conocimientos o las actitudes.

        El diseño – durante el cual las muestras representativas a nivel nacional fueron sometidas a prueba y cada estudiante respondió al mismo instrumento – permite varios tipos de análisis y presentaciones. Primero, los promedios internacionales basados en las respuestas de todos los estudiantes examinados pueden ser utilizados (y gran parte de este artículo describe al adolescente característico de 14 a través de estos 28 países). Segundo, las diferencias entre los países pueden ser observadas. En el volumen que reseña las conclusiones del estudio, Citizenship and education in twenty-eight countries: civic knowledge and engagement at age fourteen (Torney-Purta, Lehmann, Oswald y Schulz, 2001), predominan los gráficos que muestran los resultados de los distintos países. En este artículo se presentan también algunas diferencias internacionales. Tercero, pueden identificarse dentro de los países los correlatos o indicadores de importantes consecuencias de orden cívico, como los conocimientos o el compromiso. Estos análisis sugieren eventuales orientaciones para explorar la reforma de la educación cívica en cada país. Permiten examinar el efecto de un factor escolar, como el clima que reina en el aula, y a la vez mantener constantes otros factores, como los recursos educativos del hogar y el sexo. Estos análisis ofrecen una imagen más clara que la simple comparación de los resultados principales de los diferentes grupos. Una breve sección de este artículo presenta un modelo indicador de los conocimientos cívicos.

        Los análisis y las conclusiones de este estudio quedan resumidos aquí bajo las siguientes denominaciones del contenido: Conocimientos cívicos, Compromiso cívico y Actitudes cívicas. Se presentan las respuestas medias de los distintos países y algunas diferencias nacionales. Además, una breve sección de este artículo presenta un modelo que relaciona los conocimientos cívicos con las características de los estudiantes y los factores escolares. Muchos otros materiales relativos a las diferencias internacionales y a los indicadores de compromiso y de conocimientos cívicos pueden encontrarse en Torney-Purta et al., (2001) y en los informes nacionales que están publicando los países participantes (véanse las referencias en www.wam.umd.edu/~iea/).

 

Conocimientos cívicos: análisis y conclusiones

 

Los datos de la IEA sobre la educación cívica muestran que el estudiante medio en todos los países participantes comprende en cierta medida las instituciones y los valores democráticos fundamentales. Por ejemplo, los resultados de las pruebas indican que a nivel internacional la mayoría de los estudiantes reconoce la función de las leyes, de las asociaciones privadas de la sociedad civil y de los partidos políticos. Sin embargo, su comprensión parece a veces superficial. Esto corrobora las investigaciones previas realizadas en ciertos países sobre muestras más pequeñas, mediante entrevistas o redacciones escritas, que sugerían que muchos jóvenes comprenden la democracia refiriéndose a una serie de eslóganes sobre la libertad o sobre una institución en particular (Doig et al.,1993-1994; Torney-Purta, Hahn y Amadeo, 2001).

        En el Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica el estudiante medio demostró un moderado nivel de competencia para interpretar materiales relacionados con la vida cívica – como caricaturas políticas o folletos de elecciones simuladas – y para distinguir entre las opiniones y los hechos (Torney-Purta et al., 2001, capítulo 3).

        Sin embargo, existen diferencias estadísticamente significativas entre los países con respecto a los resultados de las pruebas de capacidades y conocimientos cívicos. En el Cuadro 1, los países están agrupados según se encuentren por encima, al mismo nivel o por debajo de la media internacional. Dentro de estos tres grupos, la mayor parte de las diferencias entre los países no eran significativas.

        Es útil comparar estos resultados con los estudios realizados en otras áreas temáticas. Las diferencias entre los países respecto de la competencia y los conocimientos cívicos son similares en magnitud a las constatadas en estudios internacionales previos de la IEA sobre la alfabetización, pero no tan importantes como las constatadas en sus estudios del área de las matemáticas, como el Tercer Estudio Internacional sobre Matemáticas y Ciencias (TIMSS).

        No hay explicaciones simples para las diferencias entre estos países en los niveles de conocimientos cívicos. El grupo que obtuvo resultados elevados comprende no sólo las democracias estables, sino también los países que han experimentado importantes transiciones políticas durante la vida de los adolescentes de 14 años incluidos en el estudio y que están todavía en proceso de consolidación de la democracia (la República Checa, Polonia y Eslovaquia). Estos países han vivido cambios políticos muy visibles y ampliamente discutidos. Poco después de producirse estos cambios, los sistemas escolares de estos países fueron rápidamente modificados con el fin de introducir nuevos programas de educación cívica democrática. Estos factores pueden haber influido en los resultados de los estudiantes; los informes nacionales sugerirán a su vez otros elementos suplementarios.

El conjunto de los resultados cognoscitivos presentados en el Cuadro 1 están compuestos de dos subtotales titulados “Conocimiento de contenidos” (conocimiento de principios democráticos fundamentales) y “Capacidad de interpretar información relacionada con la vida cívica” (como caricaturas políticas, folletos electorales o artículos de prensa). La comparación de los resultados de estas subescalas muestra esquemas interesantes. Los estudiantes de Australia, Inglaterra, Suecia, Suiza y los Estados Unidos obtuvieron mejores resultados en los puntos que medían la capacidad de comprender la información relacionada con la vida cívica que en los que medían el conocimiento de contenidos sobre los principios democráticos fundamentales. Por el contrario, los estudiantes de países como Bulgaria, la República Checa, Hungría, la Federación Rusa y Eslovenia obtuvieron mejores puntuaciones en los ítems que medían el conocimiento de contenidos que en los que evaluaban la capacidad de interpretar la comunicación política. Los resultados de estos países pueden reflejar diferencias en los aspectos que prevalecen en el currículo: por ejemplo, una mayor importancia concedida a los conceptos y principios políticos abstractos en los países postcomunistas y, por el contrario, la primacía dada a su aplicación concreta en América del Norte, Australia y parte de Europa Occidental. Los países no mencionados arriba obtuvieron resultados equivalentes en las dos subescalas.

 

Cuadro 1. Resultados por país respecto del conjunto de conocimientos cívicos según el Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica: medias y desviaciones estándar

 

Países claramente por encima de la media internacional (100)

Países próximos a la media internacional (100)

Países claramente por debajo de la media internacional (100)

 

Polonia

 

 

111 (1,7)

 

Australia

 

102 (0,8)

 

Portugal

 

96 (0,7)

 

Finlandia

109 (0,7)

Hungría

102 (0,6)

Bélgica (habla francesa)

 

95 (0,9)

 

Chipre

 

108 (0,5)

Eslovenia

101 (0,5)

Estonia

94 (0,5)

 

Grecia

 

108 (0,8)

Dinamarca

100 (0,5)

Lituania

94 (0,7)

 

Hong Kong (China)

 

107 (1,1)

Alemania

100 (0,5)

Rumania

92 (0,9)

 

Estados Unidos

 

106 (1,2)

Federación Rusa

100 (1,3)

Letonia

92 (0,9)

 

Italia

105 (0,8)

Reino Unido

(Inglaterra)

99 (0,6)

Chile

88 (0,7)

 

Eslovaquia

 

105 (0,7)

Suecia

99 (0,8)

Colombia

86 (0,9)

 

Noruega

 

103 (0,5)

Suiza

98 (0,8)

 

 

 

República Checa

103 (0,8)

Bulgaria

98 (1,3)

 

 

 

Notas: las muestras de los estudiantes sometidos a prueba eran representativas a nivel nacional, calibradas para corresponder a las cifras demográficas y ordenadas por magnitud a partir de 2076 en Bélgica hasta 5688 en Chile. Los estudiantes eran examinados en el octavo o noveno grado (según dónde las estadísticas nacionales indicaran que se encontraría la mayor proporción de adolescentes de 14 años). La media de edad más baja se encontró en Bélgica de habla francesa (14,1), y la más alta en Hong Kong (China) (15,3).

Fuente de los datos: Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica, muestras de 14 años de edad sometidas a prueba en 1999. Véase Torney-Purta et al., 2001.

 

 

En casi todos los países participantes, los estudiantes que afirmaban disponer de más libros en sus casas demostraron tener mayores conocimientos cívicos. La comparación entre los distintos grados de disponibilidad de esos recursos culturales puede servir también para interpretar algunas de las diferencias entre los países. Los estudiantes de cuatro de los ocho países que obtuvieron resultados por debajo de la media internacional en la prueba de conocimientos afirmaron poseer pocos libros en sus casas (para un análisis más detallado, véase Torney-Purta et al.,, 2001, capítulo 3).

        La comprensión de los principios democráticos de los adolescentes de 14 años queda también demostrada por la medida de los “conceptos de democracia” del estudio. Las respuestas de los estudiantes a estas preguntas acompañadas de sus baremos de conversión, que interrogaban sobre lo que era bueno o malo para la democracia pero no designaban las respuestas correctas, corroboraron los resultados de las pruebas citados más arriba. En esos 28 países se registra un consenso sobre el hecho de que la democracia se consolida cuando los ciudadanos pueden elegir libremente a sus dirigentes, cuando existen múltiples organizaciones a las que el ciudadano se puede adherir y cuando todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones. Inversamente, estos jóvenes creen que la democracia se debilita cuando los ricos tienen una influencia particular sobre el gobierno, cuando los políticos ejercen presión sobre la justicia, cuando una sola empresa posee todos los periódicos y cuando se prohibe al pueblo expresar ideas que critiquen al gobierno.

        Si bien muchos estudiantes tienen una idea clara de los fundamentos básicos de la democracia, en cada uno de los países hay grupos que no muestran ese nivel de comprensión. El nivel relativamente bajo de la capacidad de comprensión de ciertos elementos de la comunicación cívica (como por ejemplo los folletos electorales) es altamente preocupante en algunos países.

 

Compromiso cívico: análisis y conclusiones

 

El Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica hacía hincapié en varios aspectos del compromiso cívico. Para medir la participación, el instrumento de la encuesta incluía numerosas preguntas sin presentar las respuestas correctas o incorrectas. Entre estas preguntas se contaban algunas que sondeaban la opinión de los jóvenes sobre la importancia que daban los adultos a distintos aspectos de la vida cívica, sobre las actividades comunitarias en las que ya participaban, además de aquellas en las que se proponían participar cuando fueran adultos, y sobre el grado de confianza que tenían en el valor de la participación en grupos escolares organizados.

El Cuadro 2 muestra los puntos que permiten evaluar lo que los adolescentes de 14 años de los distintos países creen que es importante que los adultos hagan para ser buenos ciudadanos. Estos jóvenes consideraban que respetar la ley es una responsabilidad muy importante del ciudadano adulto y que es importante votar. Otros comportamientos que se han asociado tradicionalmente a la conciencia cívica de los adultos, como participar en debates o adherirse a un partido político, son considerados por estos jóvenes como poco importantes. Por otro lado, en todos los países los jóvenes creen que las responsabilidades de los ciudadanos adultos incluyen tomar parte en actividades que promuevan los derechos humanos, protejan el medio ambiente y beneficien a la comunidad. En algunos países se considera también importante seguir los acontecimientos políticos en los medios de comunicación (para más detalles, véase Torney-Purta et al., 2001, capítulo 4). En suma, las responsabilidades del civismo convencional son percibidas por estos estudiantes como considerablemente menos importantes que lo que se llama a veces “actividades relacionadas con movimientos sociales”.

 

Cuadro 2. Medias internacionales sobre ítems que evaluaban el concepto de buen ciudadano adulto

Un adulto es un buen ciudadano cuando:

Importancia

Un adulto es un buen ciudadano cuando:

Importancia

 

Respeta la ley

 

 

3,65

 

Vota en cada elección

 

3,12

Toma parte en actividades que promueven los derechos humanos

 

3,24

Sigue la vida política en los periódicos, la radio o la televisión

2,85

Toma parte en actividades de protección del medio ambiente

 

3,15

Participa en debates políticos

2,37

Participa en actividades benéficas para la comunidad

3,13

Se adhiere a un partido político

2,11

Notas: Los baremos de conversión iban de 1 (no importante) a 4 (muy importante). Sobre estos ocho puntos no había consenso internacional – definido como la diferencia de un punto o menos en la escala entre la media nacional más baja y la media más alta – ni alto ni moderado.

Fuente de los datos: Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica, muestras de adolescentes de 14 años sometidos a prueba en 1999. Véase Torney-Purta et al., 2001.

 

Los estudiantes fueron interrogados también sobre el tipo de participación política que esperaban asumir cuando fueran adultos. Sólo alrededor del 20% de la muestra (del conjunto de los países) afirmó que se proponía participar en las actividades habitualmente asociadas con el compromiso político convencional de los adultos, por ejemplo, adherirse a un partido político, escribir en los periódicos sobre problemas de interés político o social o presentarse como candidato a elecciones locales o municipales. El 80% restante afirmó sin embargo que probablemente o seguramente votaría. Estos estudiantes decían también que probablemente colectarían dinero para una causa social o caritativa (la media internacional fue de 59%) y que también participarían probablemente en marchas de protesta no violentas (la media internacional fue de 44%). Por el contrario, la participación en actividades de protesta ilegales en la mayoría de los países, tales como bloquear la circulación u ocupar edificios, resultaban eventualmente posibles para sólo un 15% de los estudiantes. Aparte de votar, los estudiantes se mostraron bastante escépticos con respecto a las formas tradicionales del compromiso político. Por otro lado, muchos están abiertos a otros tipos de implicación en la vida cívica.

        Para comprender bien las diferencias internacionales, se elaboraron tres baremos separados relativos al compromiso cívico: uno que recalcaba las creencias acerca de la importancia de las actividades cívicas convencionales, otro que hacía hincapié en las creencias sobre la importancia de las actividades cívicas relacionadas con movimientos sociales, y el tercero que indagaba sobre la intención de participar en actividades cívicas convencionales cuando fueran adultos.

        Cuando se compararon las medias nacionales, los estudiantes de los siguientes países presentaron altos niveles de compromiso cívico (por encima de la media internacional en dos de los tres baremos enumerados en el párrafo anterior y por lo menos a nivel medio en el tercero): Chile, Colombia, Chipre, Grecia, Polonia, Portugal, Rumania, Estados Unidos. Los estudiantes de los siguientes países mostraron bajos niveles de compromiso cívico (por debajo de la media internacional en los tres baremos): Australia, Bélgica (habla francesa), República Checa, Dinamarca, Inglaterra, Finlandia, Suecia, Suiza. Otros países presentaron comportamientos más variados.

        Estos resultados sugieren que la implicación de los jóvenes en actividades cívicas constituye un proceso complejo que se produce dentro de contextos políticos diferentes. Entre los países donde los estudiantes se mostraron relativamente entusiastas respecto de la participación cívica y afirmaban estar comprometidos, había cuatro que presentaron bajos resultados en conocimientos cívicos (Chile, Colombia, Portugal y Rumania), y otros cuatro que obtuvieron altos resultados en conocimientos (Chipre, Grecia, Polonia y los Estados Unidos). Entre los países donde los estudiantes aparecieron relativamente desinteresados de la actividad cívica se encontraban países con altos resultados cognoscitivos (la República Checa y Finlandia), así como también otros con resultados más bajos en ese mismo tipo de prueba (Australia, Bélgica de habla francesa, Dinamarca, Reino Unido (Inglaterra), Suecia y Suiza). Cuando se examinan las diferencias entre los países, puede constatarse que los niveles elevados de conocimientos cívicos no van acompañados necesariamente del mismo nivel de compromiso.

        Además de examinar el potencial compromiso en actividades cívicas orientadas hacia el ámbito nacional o municipal, el instrumento de la IEA incluye una medida titulada “Confianza en la participación dentro de la escuela” para indagar acerca de las experiencias democráticas de los estudiantes en el ámbito escolar. La investigación previa a menudo había incluido evaluaciones de la eficacia política, en las cuales los interrogados respondían sobre el poder de los ciudadanos para influir sobre los gobiernos locales o nacionales. El estudio de la IEA examinó la experiencia cotidiana de los jóvenes en sus escuelas, y no sólo sus orientaciones respecto de las autoridades gubernamentales más distantes. Esta medida fue elaborada con el fin de evaluar el concepto de la eficacia escolar y saber hasta qué punto los estudiantes piensan que reunirse con otros estudiantes para tratar de mejorar su escuela puede tener resultados positivos.

        De estas comparaciones internacionales, las más interesantes fueron las referidas a las medidas de la “Confianza en la participación dentro de la escuela”. En Chile, Chipre, Grecia, Polonia, Portugal y Rumania, los estudiantes mostraron altos niveles de compromiso cívico en el área política de la actividad adulta (véanse los países de altos y bajos índices de compromiso cívico enumerados previamente en esta sección) y elevados niveles de confianza en el compromiso dentro de la escuela. En estos países, la experiencia con la democracia en la escuela y el compromiso cívico en la sociedad parecen correr parejos. En contraste, en Dinamarca, y Suecia, si bien había altos niveles de confianza en la participación en la escuela, los niveles de compromiso en el campo de la política local o nacional eran relativamente bajos. En estos dos países nórdicos, los estudiantes dan cuenta de experiencias positivas de eficacia política en la escuela, pero esto no parece trasladarse al compromiso cívico orientado a la conducta política adulta.

        En suma, a nivel internacional el compromiso cívico de los estudiantes es muy variable. La mayoría de los jóvenes no se sienten atraídos por el tipo de actividades comunes en muchas democracias entre los adultos políticamente comprometidos. En este punto existe también un complejo panorama de diferencias internacionales. Entre los países donde los estudiantes expresan niveles relativamente altos de confianza en la importancia de las actividades cívicas convencionales o relacionadas con movimientos sociales, se incluyen algunos que obtienen buenos resultados en la prueba de conocimientos y otros cuyo rendimiento es relativamente pobre. Además, los países donde los estudiantes dan cuenta de experiencias positivas de participación en la escuela no siempre corresponden a aquellos donde creen en la importancia de las actividades políticas y sociales de los adultos.

 

Actitudes cívicas: análisis y conclusiones

 

El instrumento de la IEA incluía una variedad de medidas de las actitudes cívicas y políticas, ya que se supone que la legitimidad de los gobiernos democráticos depende de la confianza política de los ciudadanos. Teniendo en cuenta esto y como existía una investigación internacional previa en este campo (Inglehart, 1997; McAllister, 1999), se incluyó una evaluación de la confianza en las instituciones gubernamentales. En todos los países, los tribunales y la policía merecían la confianza de los adolescentes de 14 años, seguidos por los gobiernos locales y nacionales. Algunos países se desviaron de este modelo y mostraron gobiernos locales y nacionales que gozaban de mayor confianza que las instituciones del sistema judicial. Sin embargo, en todos los países los partidos políticos fueron los que recibieron menor confianza.

        Los adolescentes de 14 años parecen pertenecer a las culturas políticas de sus países y expresar niveles de confianza que corresponden ampliamente a los de los adultos. El nivel más alto de confianza en las instituciones gubernamentales se encontró entre los adolescentes de 14 años de Dinamarca, Noruega y Suiza, y el más bajo en Bulgaria, la Federación Rusa y Eslovenia. Generalmente, los países con una corta historia democrática (incluidos los países postcomunistas) mostraron niveles más bajos de confianza en las instituciones gubernamentales (para más detalles, véase Torney-Purta et al., 2001, capítulo 5; para datos similares sobre muestras de adultos, véase McAllister, 1999).

        Uno de los objetivos del estudio era investigar las actitudes respecto de la cohesión social y la diversidad. Esto resultó difícil a causa de las diferentes situaciones y las diversas características de los grupos sujetos a discriminación en las distintas regiones. En algunos de los países participantes, la discriminación es un problema de racismo o de intolerancia religiosa. En otros, se trata de un problema de discriminación de las minorías nacionales, de los inmigrantes o de grupos que hablan una lengua materna diferente de la hablada por la mayoría de la población. Sin embargo, se pudo elaborar un baremo relativo a las actitudes frente a los derechos de los inmigrantes. La posibilidad de acceder a la educación fue lo que recibió un mayor apoyo, y el derecho a conservar la propia lengua materna, el menor.

        Las mujeres constituyen otro grupo sujeto a discriminación en la vida política de muchas sociedades. En el instrumento de la IEA se incluyó un baremo sobre el apoyo a los derechos políticos y laborales de la mujer. Los estudiantes sostenían masivamente estos derechos y estaban de acuerdo en que “las mujeres deberían presentarse a las elecciones y formar parte del gobierno al igual que los hombres”, y en desacuerdo con las ideas de que “los hombres están mejor calificados que las mujeres para ser líderes políticos” y que “cuando el trabajo escasea los hombres tienen más derecho a trabajar que las mujeres”.

        Los estudiantes de Australia, Dinamarca, Inglaterra y Noruega obtuvieron los mejores resultados en lo que respecta al apoyo a los derechos de la mujer, con puntuaciones por encima de la media en Chipre, Finlandia, Alemania, Suecia, Suiza y los Estados Unidos. Los estudiantes de Bulgaria, Letonia, Rumania y la Federación Rusa obtuvieron los resultados más bajos en el punto de los derechos de la mujer, con Chile, Estonia, Hong Kong (China), Hungría, Lituania y Eslovaquia, también por debajo de la media internacional. En casi todos los países donde los estudiantes obtuvieron puntuaciones por debajo de la media internacional en los derechos de la mujer, las tasas de desempleo entre adultos eran superiores al 10% de la mano de obra. Los bajos índices de esos países pueden haber estado relacionados con los puntos del baremo relativos a la competencia en la lucha por el empleo.

        La dimensión política de este baremo es también importante. Estos datos ofrecen la oportunidad de comparar países de regiones diversas y con diferentes grados de representación femenina en las legislaturas nacionales. En Dinamarca, Finlandia, Alemania, Noruega y Suecia, donde las mujeres ocupan más del 30% de los escaños parlamentarios, el apoyo de los jóvenes a los derechos de la mujer es alto. La mayoría de los países donde los resultados de los estudiantes están significativamente por debajo de la media internacional en lo que respecta al apoyo a los derechos de la mujer tienen relativamente pocas mujeres en sus representaciones nacionales: del 6% en la Federación Rusa y Rumania al 17% en los tres Estados Bálticos. Una explicación puede ser que cuando los jóvenes ven a las mujeres asumir posiciones políticas, las ven también como modelos y desarrollan actitudes más positivas respecto de los derechos de la mujer. O bien que los votantes que desarrollan una actitud de apoyo a los derechos de la mujer durante su adolescencia son más propensos a votar por candidatos femeninos cuando llegan a la edad adulta. Una explicación alternativa sería la combinación de estos procesos y otros factores, como un movimiento femenino bien organizado y visible (para más detalles, véase Torney-Purta et al., 2001, capítulos 1 y 5).

        Existen sustanciales diferencias entre ambos sexos en cuanto al apoyo a los derechos de los inmigrantes, y muy sustanciales en el apoyo a los derechos políticos y económicos de la mujer. El apoyo a los derechos de los inmigrantes y de las mujeres es mayor en el caso de las mujeres (dato corroborado por gran parte de la investigación anterior).

 

Indicadores de los conocimientos cívicos

 

Las diferencias entre países, como las presentadas en las secciones anteriores, son de gran interés para comprender los contextos y los procesos de la educación cívica. Sin embargo, muchas cuestiones relevantes para los planificadores, educadores e investigadores quedarían sin respuesta si no se exploraran los correlatos entre los conocimientos cívicos y el compromiso de los estudiantes. Con el fin de tratar algunas de estas cuestiones y de sugerir orientaciones para futuros análisis, se elaboraron modelos simples para detectar los conocimientos cívicos y la expresión del deseo de votar. En primer lugar, se desarrolló un modelo de trayectoria de regresión para una muestra variada en la cual los 28 países eran ponderados de manera equivalente; se produjeron luego regresiones separadas utilizando la muestra plenamente ponderada para cada país. El modelo de regresión para “los conocimientos cívicos” está resumido en el Cuadro 3 (para una información más completa, incluido un análisis paralelo de los indicadores de probabilidad de voto, véase Torney-Purta et al., 2001, capítulo 8).

 

Cuadro 3. Indicadores de los resultados de conocimientos cívicos

Expectativa de educación ulterior cifrada en años (indicador + en los 28 países)

Frecuencia con que ven el noticiario en la televisión (+ indicador en 16 países)

Recursos de lectura en el hogar (+ indicador en 27 países)

Sexo femenino (- indicador en 11 países)

Pasa las tardes con sus pares fuera de su casa (- indicador en 24 países)

Participación en consejos de alumnos (+ indicador en 10 países)

Clima propicio a los debates en clase (+ indicador en 22 países)

 

 

Nota: Las correlaciones de múltiplos al cuadrado iban de .10 en Colombia a .36 en la República Checa, con una media de .22.

 

 

Los indicadores más importantes de los resultados sobre conocimientos cívicos fueron las aspiraciones a la educación superior y los recursos de lectura disponibles en el hogar, ambos relacionados positivamente con el conocimiento. Los indicadores de conocimientos cívicos son bastante similares a los encontrados en otras áreas temáticas examinadas por la IEA. Los estudiantes que proceden de hogares que alientan las aspiraciones a la educación superior y ofrecen recursos de lectura poseen más conocimientos cívicos y competencias. Por otra parte, los jóvenes que pasan a menudo las tardes fuera de sus casas en compañía de sus pares tienen conocimientos cívicos y competencias inferiores. Esto puede indicar que un grupo no dedica mucho tiempo a su trabajo escolar o tiene tendencia a asumir los valores de sus pares más que los de sus padres y maestros.

        En casi la mitad de los países, las mujeres obtuvieron en el área de los conocimientos cívicos resultados inferiores a los varones (cuando estos otros factores se mantenían constantes). La magnitud de estas diferencias de género tienden a ser relativamente pequeñas en comparación con los estudios realizados en el pasado.

        La frecuencia con que ven el noticiario en la televisión constituye un indicador de conocimientos cívicos superiores en la mitad de los países aproximadamente. Con esta variable no se puede descartar la posibilidad de que los estudiantes que están más informados sobre temas cívicos se interesen también más por seguir la actualidad en la televisión, más que lo contrario.

        Aun cuando los factores del hogar, el grupo de pares y los medios de comunicación se mantienen constantes, hay dos aspectos de la escolaridad que contribuyen de manera sustancial al conocimiento cívico. El primero es la réplica de una relación encontrada en el Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica de 1971 y en otros estudios reexaminados por Torney-Purta, Hahn y Amadeo (2001). En la encuesta de la IEA de 1999, la existencia en clase de un clima propicio al debate abierto fue positivamente relacionada con el conocimiento cívico en 22 de los 28 países. En el baremo “clima en el aula” se preguntaba a los estudiantes, por ejemplo, con qué frecuencia se los alentaba a pensar por sí mismos sobre los distintos temas, en qué medida los docentes respetaban las opiniones de los alumnos y los alentaban a expresarlas durante los debates en clase, y en qué medida los maestros alentaban la discusión de temas sobre los cuales la gente tiene opiniones diferentes y presentaban diversos aspectos de esos problemas. Aproximadamente el 40% de los estudiantes afirmaron que se los alentaba con frecuencia a pensar por sí mismos y afirmaron que sus opiniones eran respetadas. Sólo entre 15 y 25% dijeron ser alentados a menudo a discutir temas controvertidos o que habían oído distintas versiones de un problema. Los estudiantes que habían tenido estas experiencias en clase obtuvieron mejores resultados en conocimientos, incluso cuando se tomaban en cuenta las diferencias en las aspiraciones educativas y la disponibilidad de libros en sus casas.

        La otra experiencia escolar que se relacionó positivamente con el conocimiento fue la participación en un consejo o parlamento de alumnos (una influencia positiva sobre el conocimiento cívico en un tercio de los países aproximadamente). En algunos países, sin embargo, esas organizaciones escolares no parecen estar al alcance de muchos estudiantes (Torney-Purta et al., 2001, capítulo 7). Los estudios de casos llevados a cabo como parte de la primera fase del Estudio de la IEA sobre la Educación Cívica indicaron también que en algunos países existe una considerable ambigüedad sobre el poder real que estas organizaciones deberían tener en la escuela (Torney-Purta, Schwille y Amadeo, 1999).

        En suma, existen dos factores escolares – ambos indicativos de una atmósfera democrática – que parecen fomentar los logros en educación cívica de los jóvenes de 14 años: un clima de apertura en el aula, donde se alienta el debate sobre temas relacionados con el ejercicio de la ciudadanía, y la participación en un consejo o en un parlamento escolar. En ciertos países, sin embargo, la incitación a que los jóvenes expresen sus opiniones parece ser muy limitada y, por otra parte, la oportunidad de participar en parlamentos escolares es rara en algunos lugares. Estos aspectos pueden constituir la materia para ulteriores exploraciones de educadores y planificadores interesados en la promoción de los conocimientos cívicos de los estudiantes.

 

Conclusiones generales

 

Este estudio traza una imagen relativamente positiva del adolescente medio de 14 años en los 28 países estudiados, descrito como alguien que:

     tiene amplios conocimientos sobre los principios democráticos fundamentales y una capacidad moderada para analizar la información cívica;

     se adhiere al “discurso democrático básico”;

     tiene intención de votar;

     cree que otras actividades tradicionalmente asociadas con el ejercicio adulto de la ciudadanía son menos importantes que la participación en grupos comunitarios o en movimientos de protección del medio ambiente; y

     forma parte ya de una cultura política compartida con los adultos de su país.

Existen sustanciales diferencias de conocimientos cívicos y de competencia para interpretar la información asociada con el contexto familiar. Estas diferencias son más modestas cuando se trata de expresar la intención de votar, y muy pequeñas cuando se trata de las actitudes. Se observan algunas diferencias relacionadas con el género en lo que respecta a los conocimientos cívicos (con las mujeres menos informadas que los varones en algunos países), diferencias más sustanciales en las actitudes respecto de los inmigrantes (con las mujeres más positivas que los varones en muchos países), y diferencias muy sustanciales en las actitudes frente a los derechos de la mujer (con las mujeres mucho más positivas que los varones en todos los países participantes).

        Los grupos de países que podrían haber esperado obtener resultados similares en conocimientos cívicos y compromiso (por ejemplo, los países postcomunistas) en realidad muestran pautas muy diversas. En algunos de estos países, los adolescentes de 14 años muestran medias elevadas, tanto en conocimientos como en compromiso, mientras que los de algunos otros países de este grupo obtienen resultados bajos en ambos campos. Siempre dentro de los países postcomunistas, se da también el caso de algunos países cuyos estudiantes muestran altos resultados en conocimientos y bajos en compromiso (o bajos en conocimientos y altos en compromiso). La misma diversidad aparece en las democracias establecidas desde hace tiempo.

        El estudio muestra que las escuelas contribuyen a mejorar los conocimientos cívicos de los estudiantes cuando les ofrecen oportunidades de debate abierto en clase. La participación en organizaciones como los parlamentos escolares o los consejos de clase también tiene un efecto positivo en algunos países. El desarrollo de estos aspectos de la vida escolar plantea, sin embargo, una serie de desafíos: ¿cómo puede mejorarse la formación del personal docente para establecer un clima abierto y respetuoso en el aula, de modo que al analizar temas relacionados con la vida cívica se mantenga la atención a los contenidos y las actitudes?; ¿cómo pueden vincularse las actividades en los grupos comunitarios y ecologistas y en otras organizaciones que parecen interesar a los jóvenes con el compromiso político convencional?; ¿cómo puede convertirse la voluntad de votar y de comprometerse en ciertos aspectos de la vida cívica expresada por los adolescentes de 14 años en voto real a los 18 años?; ¿cómo pueden salvarse las brechas existentes entre los estudiantes de hogares acomodados, que pueden esperar hacer estudios universitarios, y los de origen modesto?

        El análisis de este rico conjunto de datos ha comenzado apenas con la publicación por la IEA de Citizenship and education in twenty-eight countries: civic knowledge and engagement at age of fourteen [Ciudadanía y educación en 28 países: conocimiento cívico y compromiso a la edad de 14 años] (Torney-Porta et al., 2001). Muchos aspectos serán discutidos en publicaciones de otros miembros del Comité Directivo Internacional (incluidos los resultados de un cuestionario dirigido a docentes que no ha sido tratado aquí). Los países participantes publicarán los informes nacionales. El carácter de la educación cívica en 1999, reflejado por las respuestas de estos 90.000 jóvenes, será presentado a la comunidad educativa internacional para un examen aún más profundo cuando en 2002 se publiquen los datos para su análisis.

 

Nota

 

1.      El Estudio sobre la Educación Cívica de la IEA no tiene relación oficial con ningún organismo de las Naciones Unidas. Los autores del informe internacional, J. Torney-Purta, R. Lehmann, H. Oswald y W. Schulz, desean expresar su agradecimiento al Comité Directivo Internacional, a los coordinadores nacionales de investigación, a la Organización IEA, a la Comunidad Alemana de Investigación (DFG) y a la Fundación William T. Grant.

 

Referencias

 

Doig, B. et al. 1993-1994. Conceptual understanding in social education [La comprensión conceptual en la educación social]. Melbourne, Australian Council for Educational Research.

Inglehart, R. 1997. Modernization and post-modernization: cultural, economic and political changes in 43 societies [Modernización y postmodernización: cambios culturales, económicos y políticos en 43 sociedades]. Princeton, Nueva Jersey, Princeton University Press.

Lave, J.; Wenger, E. 1991. Situated learning: legitimate peripheral participation [El aprendizaje situado: participación periférica legítima]. Cambridge, Reino Unido, Cambridge University Press.

McAllister, I. 1999. The economic performance of governments [Los resultados económicos de los gobiernos]. En: Norris, P. (comp.). Critical citizens: global support for democratic government, págs. 188-203. Oxford, Reino Unido, Oxford University Press.

Torney, J.; Oppenheim, A. N.; Farnen, R. 1975. Civic education in ten countries: an empirical study [Educación cívica en diez países: estudio empírico]. Estocolmo, Almquist y Wiksell.

Torney-Purta, J.; Lehmann, R.; Oswald, H.; Schulz, W. 2001. Citizenship and education in twenty-eight countries: civic knowledge and engagement at age of fourteen [Ciudadanía y educación en 28 países: conocimiento cívico y compromiso a los 14 años]. Amsterdam, IEA. Correo electrónico: Department@iea.nl. Web: www.wam.umd.edu/~iea/.

Torney-Purta, J.; Hahn, C.; Amadeo, J. 2001. Principles of subject-specific instruction in education for citizenship [Principios de instrucción por temas específicos en la educación para la ciudadanía]. En: Brophy, J. (comp.). Subject specific instructional methods and activities. Oxford, Reino Unido, Elsevier Science.

Torney-Purta, J.; Schwille, J.; Amadeo, J. 1999. Civic education across countries: twenty-four national case studies from the IEA civic education project [La educación cívica a través de los países: 24 estudios de casos nacionales del proyecto de educación cívica de la IEA]. Amsterdam, IEA. Correo electrónico: Department@iea.nl.

Wenger, E. 1998. Communities of practice [Comunidades de práctica]. Cambridge, Reino Unido, Cambridge University Press.